Estaba a punto de llegar a mi destino. Iba en bici, ya que siempre me gusta apurar hasta el último segundo en el sofá. Iba notablemente rápido, no quería llegar tarde. Escuchaba cómo Israel Elejalde narraba la maravillosa crónica española Ordesa de Manuel Vilas, y no dejaba de pensar en cómo el arte de la escritura puede atraparte en mundos que jamás podrías vivir sin la serpiente literaria que te devora la mayor de las curiosidades. Ahí me encontraba yo, como si fuera Manuel, viviendo por las calles de su vida, reflexionando sobre la muerte de sus padres, la relación con sus hijos y la visita a los reyes de…