Aún envuelta entre trapos gruesos y abultados, tu mandíbula tiembla presa de la frigidez que te circunda. La movilidad queda limitada y tus manos, entumecidas y hendidas, se entrelazan buscando el fervor que necesitan.
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Los únicos reyes en los que creo
La noche, repleta de hechizos y promesas mágicas, fue siempre vivida desde la ilusión y el entusiasmo. Cuando era pequeña escuchaba como mis amigas describían una jornada eterna, insomne, vigilantes y nerviosas por oír ruidos enigmáticos tras la puerta.
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Gracias a la ciencia
Cuando diciembre comienza a hacer las maletas, tu memoria empieza a tejer las vivencias imborrables de los días que volaron hasta llegar a su fin. Buscas la lista de voluntades y compruebas que, aunque muchas de ellas estén tachadas con una tenue línea, algunas de tus promesas se quedaron a medio gas.
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La odisea de volver
La voz de megafonía anuncia que lo que era destino se ha convertido por fin en origen. La agitación de tus manos desenmascara el nerviosismo por querer llegar después de horas viajando entre vagones, esperas y aeropuertos.
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Mucho cuidado
Cuando jugabas a través de los hilos de tu infancia, pocos fueron los momentos que pasaste en soledad. Mi madre hacía lo imposible para que yo no estuviera sola. Cuando tenía que ausentarse, siempre buscaba un apoyo vecinal que la socorriera.
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Sin desperdicio
Abro el frigorífico y allí está: caduco, mohíno, casi descompuesto. Un alimento que ha terminado con su consumo preferente y que yo, falta de reloj, oportunidad o conocimiento, no he sabido aprovechar para no tirarlo a la basura.
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Luces y sombras
El viernes por la tarde, ya entre sombras, salí de casa después de terminar unos escritos. Me había dado poca luz aquel día y necesitaba un hálito de aire fresco.
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Este virus sigue sin vacuna
Toque de queda. Las puertas se cierran. Dentro de estas paredes queda todo: mi hogar, mi fervor, mi alimento. Advierto un ruido. Intuyo gritos, leves golpes que se mezclan con la barahúnda del edificio. Quizás de puertas para adentro, en vez de reposo, otras reciban incuria e infierno.
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Hagan su vida, pero con sensatez
Esta semana media España ha iniciado su primeriza andadura por esta denominada primera fase, amada por muchos, temida por tantos. El 51% de la población comienza esta etapa con muchas dudas, sintiéndose cobayas de un experimento sin precedentes. Esta semana muchos de nosotros hemos podido celebrar que tenemos luz verde para ver a nuestros familiares y amigos. El día previo al paso de fase, innumerables WhatsApps viajaban por la red, enérgicos y entusiasmados, queriendo saber cuándo nos veríamos y cómo lo haríamos. —¿Un paseo por el centro? ¿Una merienda? ¿Una cerveza en el bar? ¿Paella el sábado? —preguntaban los inseguros. Algunos respondían ansiosos: «¡Mañana mismo! ¡Me apunto! ¡Lo que queráis!».…
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Imprescindibles
Ahora las heroínas llevan una armadura que deja huella. —Aprieta y deja marca — dijo mi amiga por el grupo. La siguiente alerta de WhatsApp vino con un archivo adjunto. Era una foto suya, vestida de verde, azul y blanco. Su cara también nos quería decir algo. La mascarilla hablaba en forma de marcas, que gritaban proporcionalmente a las horas que había estado con ella puesta.