Aún envuelta entre trapos gruesos y abultados, tu mandíbula tiembla presa de la frigidez que te circunda. La movilidad queda limitada y tus manos, entumecidas y hendidas, se entrelazan buscando el fervor que necesitan.
-
-
Los únicos reyes en los que creo
La noche, repleta de hechizos y promesas mágicas, fue siempre vivida desde la ilusión y el entusiasmo. Cuando era pequeña escuchaba como mis amigas describían una jornada eterna, insomne, vigilantes y nerviosas por oír ruidos enigmáticos tras la puerta.
-
Gracias a la ciencia
Cuando diciembre comienza a hacer las maletas, tu memoria empieza a tejer las vivencias imborrables de los días que volaron hasta llegar a su fin. Buscas la lista de voluntades y compruebas que, aunque muchas de ellas estén tachadas con una tenue línea, algunas de tus promesas se quedaron a medio gas.
-
La odisea de volver
La voz de megafonía anuncia que lo que era destino se ha convertido por fin en origen. La agitación de tus manos desenmascara el nerviosismo por querer llegar después de horas viajando entre vagones, esperas y aeropuertos.
-
Mucho cuidado
Cuando jugabas a través de los hilos de tu infancia, pocos fueron los momentos que pasaste en soledad. Mi madre hacía lo imposible para que yo no estuviera sola. Cuando tenía que ausentarse, siempre buscaba un apoyo vecinal que la socorriera.
-
Sin desperdicio
Abro el frigorífico y allí está: caduco, mohíno, casi descompuesto. Un alimento que ha terminado con su consumo preferente y que yo, falta de reloj, oportunidad o conocimiento, no he sabido aprovechar para no tirarlo a la basura.
-
Luces y sombras
El viernes por la tarde, ya entre sombras, salí de casa después de terminar unos escritos. Me había dado poca luz aquel día y necesitaba un hálito de aire fresco.
-
Este virus sigue sin vacuna
Toque de queda. Las puertas se cierran. Dentro de estas paredes queda todo: mi hogar, mi fervor, mi alimento. Advierto un ruido. Intuyo gritos, leves golpes que se mezclan con la barahúnda del edificio. Quizás de puertas para adentro, en vez de reposo, otras reciban incuria e infierno.
-
Vidas a la deriva
«¿Dónde está mi bebé? ¡Ayudadme! ¡He perdido a mi bebé!». Una mujer se desgañitaba mientras su cuerpo se retorcía de dolor en medio de un navío. Su desesperación estremece, hiela y desgarra.
-
Reciclémonos
Cada sábado me equipo con bolsas de tela para ir al mercado. Me paseo por cada puesto, mirando la fruta, saboreando la tierra que la sustentó y las innumerables manos que la transportaron. Algunos me reconocen y saludan, fruto de la cordialidad que, semana tras semana, se teje entre nosotros.