Había una vez, en algún lejano lugar del tiempo y el planisferio, un pueblo que se contentaba con el blanco y negro para dibujar los trazos de sus vidas.
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Eso quiero: ir al médico si lo necesito
Cuando te duele la tripa, la fiebre asciende, te molesta el caminar o sientes que, simplemente algo no va bien, buscas una mano hospitalaria que ponga remedio a tu malestar.
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Con el agua al cuello
Vuelan flamencos, gaviotas, golondrinas y cigüeñas. Recorren miles de kilómetros en busca de un lugar para hacer el amor en los veranos templados del norte.
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¿Subes o bajas?
La lobreguez de la sala queda interrumpida por las guías luminosas que sirven de mapa ante la inmensidad de lo ignoto. Entre luces, sientes que tu cuerpo se reduce, se eleva y comienza a formar parte de las estrellas que iluminan la estancia.
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Felicidades, mamá
Las figuras se retuercen por el cuadro, se enroscan como serpientes que no quieren separarse y buscan, en ese pillapilla, un instante eterno de felicidad compartida.
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No lo llames piropo, llámalo acoso
Quizás tú también cambiaste de acera porque viste en aquel grupo un riesgo para tu integridad. Ellos se reían, se sentían seguros mientras te propinaban palabras obscenas.
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En llamas
Cae la noche ingenua y desprevenida. El bosque te protege del viento que ruge fuerte, lastimando tu piel bronceada por el sol. Una jornada dura, piensan tus pies, que casi no se levantan del suelo.
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Guardianes de la historia
Una ciudad que mantiene vivos a los guardianes del conocimiento es una ciudad a la que le importa la cultura de su vecindad
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El ministerio de los cuidados
Sumergida en la lobreguez de la noche, recuerdo cuando alguna punzada de dolor venía a visitarme. Tímidamente caminaba de puntillas hacia la habitación de mis padres, me ponía al lado de mi madre y le susurraba que había algo que hacía daño. Ella, desposeída de la pesadez de quien duerme profundo, se levantaba como una felina sigilosa, me preparaba un vaso de leche caliente y después se sumergía en la bóveda de mis sábanas. Mientras yo me convertía en ovillo, ella me abrazaba y era así como calmaba cada una de mis estocadas.
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Ignorante, se llama cambio climático
La evidencia del cambio climático nos azota en el cogote. Bofetón tras bofetón, el mundo científico nos brinda evidencias rotundas de que nuestra especie no se está portando demasiado bien.