El cierre de la cremallera taladró la cabeza dubitativa de Afla. Sintió cada pistón como si fueran pequeñas agujas que jugaban distraídas con su futuro. Hacía ya semanas que tenía lista su maleta, siempre detrás de la puerta. Miró a su hija, aún entre musarañas, y reconoció el miedo desbordando sus profundas pupilas que aún no llegaban a comprender la magnitud de la situación. Su risa juguetona se mezclaba con los estruendos de las calles.
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¿En qué se está convirtiendo Europa?
El sábado me dirigía hacia una lengua de arena de más de 13 kilómetros de longitud que transcurre al lado de la costa y separa las aguas del Río Piedras de las del océano Atlántico. Para llegar hasta ahí tuve que tomar un barco de 15 minutos. Llegué una de las primeras y tuve tiempo para acomodarme tranquilamente, pero a medida que pasaba el segundero, el barco se iba llenando de otros viajeros como yo. Los cuerpos se iban juntando y las mochilas, que antes descansaban a nuestro lado, las cambiamos a los muslos propios de cada uno. El navío estaba lleno, los asientos al completo. Estábamos en el agua,…