Hoy Tiempo está dentro de mí. Y cabalgo a mi antojo sus manijas, en este torbellino de vida y paz Una llamada respondida con el silencio del contestador. Una silla ocupada para cumplir condena temporal. La verticalidad de un dedo que acaricia la pantalla con imágenes sin color y textos sin palabras. Ésa que te dice mejor mañana porque Tiempo no le ha dado ni unos segundos para su libertad. Soplos de vida agotados por el hastío que produce el caminar que otros nos marcan. Bufidos que se escurren entre nuestros dientes, dando paso a la desidia y el hastío. Preguntas que no se cuestionan, y cuanto menos, se pretende…
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El oasis de la migración
Un fenómeno que no podemos erradicar, pero sí entender K es elegante y silencioso. Se mueve entre el gentío, pero nunca notarías su presencia hasta que él quisiera que así fuera. K sabe lo que es el riesgo y eso lo hace imprescindible. K mira como si fueras la única persona que le importa, aunque eso no sea así. K viene de Costa de Marfil y actualmente reside en España. Llegó hace dos años en patera con sus amigos, cuando aún era menor, y desde entonces sólo sabe aprender.
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Tonto 1 y Tonto 2: acosadores de un camino cualquiera
Estaba a punto de llegar a mi destino. Iba en bici, ya que siempre me gusta apurar hasta el último segundo en el sofá. Iba notablemente rápido, no quería llegar tarde. Escuchaba cómo Israel Elejalde narraba la maravillosa crónica española Ordesa de Manuel Vilas, y no dejaba de pensar en cómo el arte de la escritura puede atraparte en mundos que jamás podrías vivir sin la serpiente literaria que te devora la mayor de las curiosidades. Ahí me encontraba yo, como si fuera Manuel, viviendo por las calles de su vida, reflexionando sobre la muerte de sus padres, la relación con sus hijos y la visita a los reyes de…
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Cartas a la directora: este pilla-pilla no nos gusta
Hacía años que no me pasaba algo así: un día sin ruidos, ni aspavientos, ni juegos enloquecedores que me hacen perder el cuello. Hoy ha sido un día que no podré olvidar nunca. Hacía ya muchos años que no experimentaba la sensación de libertad. Porque, ¿saben a qué me refiero, verdad? Hablo de esa experiencia insuperable de salir a nadar teniendo la nada como premisa. De mover tus patas centelleantes porque están enérgicas y fuertes. Hablo de sentir el agua en tu cara, rodeándote con su fuerza y dándote, al mismo tiempo, el calor que necesitabas. Hablo de poder mover el cuello hacia todos los lados y que el paisaje…