Opinión

La odisea de volver

La voz de megafonía anuncia que lo que era destino se ha convertido por fin en origen. La agitación de tus manos desenmascara el nerviosismo por querer llegar después de horas viajando entre vagones, esperas y aeropuertos.

Tus acompañantes empiezan a revolverse en los estrechos sillones, acrecentando el anhelo por arrimarte a los tuyos. Ya en tierra, los móviles empiezan a vibrar, la melodía de los mensajes inunda la cabina, los «ya estoy aquí, familia», empiezan a brillar en los ojos de aquellos desconocidos que se asemejan a ti porque os une el sentir de volver al hogar. Una vez recogidas las maletas, las familias esperan inquietas ver cruzar por la puerta automática aquellos luceros que un día se fueron buscando esa oportunidad que aquí no supieron darle. Porque son más de dos millones de personas con nacionalidad española las que residen fuera de nuestras fronteras. Estas fechas, cargadas de nostalgia y anhelos, incitan la vuelta al fogón familiar aunque la situación presente no lo haga del todo sencillo. Lucía, médica de urgencias, ha preferido quedarse y no exponer a los suyos. Manuel, con dos hijas, no ha podido pagar la PCR exigida porque ascendía a más de 150 libras cada una. Raquel ha saldado con algunos ahorros los 480 euros que la clínica privada le exigía para tener el resultado antes de que el vuelo despegara. María y Jorge perdieron sus billetes porque el laboratorio, masificado de trabajo, no pudo tener el veredicto antes de que el avión echara a volar.

El virus, que ya nos demostró que entendía de clases cuando fue capaz de adentrase allí donde más precariedad existía, repite su andadura haciendo que el retorno no esté al alcance de todos los bolsillos. Cuando las fronteras abrieron sus cerrojos, necesitábamos la certeza de que el bicho no viniera de incógnito en la maleta y por ello, eran necesarias las pruebas que verificaran que no había más invitados inesperados a la mesa. Pero estos análisis, en muchos casos, han sido imposibles y desorbitados. Aquellas personas que sienten su país dentro de sí, que no son turistas sino parte activa en algún punto del globo, se han sentido desamparadas por no tener las ayudas necesarias para vivir este calendario con su parentela.

Volver tampoco le fue fácil a Ulises, ya que fueron muchos los impedimentos que tuvo que vencer antes de pisar Ítaca. Regresar, para aquellos que se fueron aceptando la aventura como el héroe legendario, se ha convertido en un duro trance que no todos se han podido permitir. Antonio Gala dijo que una casa es el lugar donde uno es esperado. Pero este año habrá algunas sillas vacuas que nos hagan suspirar por la extrañeza doliente e injusta de esta realidad, esperando, sin tregua, que la vuelta no tarde en llegar.

Artículo publicado en Huelva Información el 23 Diciembre, 2020.

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