Una pareja discutía justo en frente de mi portal. Mientras me acercaba, oía cómo la contienda se iba desarrollando. —No hagas como si no pasara nada, aclárate de una vez, no seas una triste —decía la más espídica. A la otra, casi paralizada, le costaba articular palabra. —No soy triste, pero sí siento tristeza. No sé cómo explicarlo. Bueno, da igual, no pasa nada. Estoy bien, déjalo —consiguió decir mientras se zafaba del atolladero. Sin esperarlo, su compañera le propinó un embate. —Eres una bipolar, estás loca —sentenció irreflexiva. La muchacha, aterida, vio como se marchaba su compañera mientras sus ojos ahogados no la dejaron respirar con fluidez.