Una pareja discutía justo en frente de mi portal. Mientras me acercaba, oía cómo la contienda se iba desarrollando. —No hagas como si no pasara nada, aclárate de una vez, no seas una triste —decía la más espídica. A la otra, casi paralizada, le costaba articular palabra. —No soy triste, pero sí siento tristeza. No sé cómo explicarlo. Bueno, da igual, no pasa nada. Estoy bien, déjalo —consiguió decir mientras se zafaba del atolladero. Sin esperarlo, su compañera le propinó un embate. —Eres una bipolar, estás loca —sentenció irreflexiva. La muchacha, aterida, vio como se marchaba su compañera mientras sus ojos ahogados no la dejaron respirar con fluidez.
Loco, paranoico o esquizofrénico. Son palabras que se vierten para descalificar a quienes, con su discurso o comportamiento, provocan extrañeza o peligrosidad. En 2018 la confederación Salud Mental España denunció a ‘GH VIP’ para que no usaran insultos sobre enfermedades mentales como vejación o desprecio. Las personas que sufren algún trastorno de salud mental, además de tener que hacer frente a la propia enfermedad, tienen que enfrentarse a la discriminación y el estigma. En muchos casos, los trastornos mentales son invisibles y, los prejuicios y el desconocimiento pueden hacer sus vidas más intrincadas. Cada 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, jornada que nos recuerda que cerca de mil millones de personas en el mundo viven con un trastorno de salud mental. Según la OMS, una de cada cuatro personas podría sufrir un trastorno mental a lo largo de su vida. A pesar de su importancia, la salud mental es una de las áreas más desatendidas de los sistemas de salud pública del mundo.
Después de los días acaecidos, el estrés, el miedo, la incertidumbre, la soledad o la ansiedad dejarán secuelas que habrá que sanar. La sociedad debe estar capacitada para despojarse de prejuicios y estereotipos que nublen e impidan tratar a una persona con los derechos y el respeto que merece. Por eso, es importante hablar, conocer, invitar al diálogo, informarse, preguntar, cuidar las relaciones, compartir las preocupaciones y evitar palabras que puedan contribuir a fomentar ideas erradas. Hablar de las personas con dignidad debe ser un reto real que debemos asumir. El lenguaje nos pertenece y, por ello, lo tenemos que cuidar evitando términos que causen dolor a otras personas. Informar y educar a la sociedad es una de las medidas para combatir el estigma y vivir en una comunidad más inclusiva e integradora. Aunque por fuera nos veamos bien, a veces nuestro interior puede ser un huracán descomedido. Debemos saber desanudar los hilos que nos oprimen para poder cuidarnos por dentro. Como expresa el lema de este año, “la salud mental es una prioridad global” y es que, sin rebozo, no hay salud sin salud mental.
Artículo publicado en Huelva información el 14 de octubre del 2020.